HONOR A LA MEMORIA
DE UN CIBERGUERRERO
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Nilson Agustín Caraballo Rosario
"Príncipe del Amor"
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DE UN CIBERGUERRERO
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Nilson Agustín Caraballo Rosario
"Príncipe del Amor"
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Como un jueguito
de guerras siderales
en el ciberespacio
de un niño y su nave.
En la vida salvaje
de las grandes ciudades
no hay piedad para nadie,
sólo importa quién gane.
La muerte sin caballo
cabalga sobre el aire
entre los rascacielos.
la guadaña en la mano.
Como en la ciberguerrita
de juegos siderales
contra los alienígenas
mi niño en su nave.
Aprendió el pequeño
las reglas de la muerte
y eliminando blancos
entrenó la mente...
Y al esquivar peligros
y saltar barreras,
ganó vidas y puntos
en la mortal carrera.
Y en el mundo real
la libertad perdida
y el amor que agoniza
buscando una salida.
¡Quién me iba a decir
que mi retoñito
sería el paladín
en tiempos difíciles¡
Le dejé jugar
en la ciberguerra,
le dejé chatear
con toda la Tierra,
le di libertad,
libre iniciativa,
le dejé bailar
los nuevos ritmos…
Nunca le pegué,
le hice un hombre libre.
Y a él que siempre hizo
lo que lo que ha querido
le tocó defender
a su patria en peligro.
La muerte entre edificios
cayendo desde arriba,
la muerte entre sus brazos
a mi prenda querida.
Vestida de rojo,
la mente perturbada,
la muerte sin cabeza,
la muerte con las riendas
de mi patria amada.
Detonando luces,
cual la magia del hada,
como el juego del niño
en la ciberbatalla
Quién iba a pensar
que los aprendices
serían los maestros
en tiempos de crisis.
Mi niñito aprendió
con juegos de guerra
y se inmoló por amor
a Dios ya a su tierra.
Y su inteligencia
triunfó sobre la fuerza
desde el patio de honor
de las academias.
en el ciberespacio
de un niño y su nave.
En la vida salvaje
de las grandes ciudades
no hay piedad para nadie,
sólo importa quién gane.
La muerte sin caballo
cabalga sobre el aire
entre los rascacielos.
la guadaña en la mano.
Como en la ciberguerrita
de juegos siderales
contra los alienígenas
mi niño en su nave.
Aprendió el pequeño
las reglas de la muerte
y eliminando blancos
entrenó la mente...
Y al esquivar peligros
y saltar barreras,
ganó vidas y puntos
en la mortal carrera.
Y en el mundo real
la libertad perdida
y el amor que agoniza
buscando una salida.
¡Quién me iba a decir
que mi retoñito
sería el paladín
en tiempos difíciles¡
Le dejé jugar
en la ciberguerra,
le dejé chatear
con toda la Tierra,
le di libertad,
libre iniciativa,
le dejé bailar
los nuevos ritmos…
Nunca le pegué,
le hice un hombre libre.
Y a él que siempre hizo
lo que lo que ha querido
le tocó defender
a su patria en peligro.
La muerte entre edificios
cayendo desde arriba,
la muerte entre sus brazos
a mi prenda querida.
Vestida de rojo,
la mente perturbada,
la muerte sin cabeza,
la muerte con las riendas
de mi patria amada.
Detonando luces,
cual la magia del hada,
como el juego del niño
en la ciberbatalla
Quién iba a pensar
que los aprendices
serían los maestros
en tiempos de crisis.
Mi niñito aprendió
con juegos de guerra
y se inmoló por amor
a Dios ya a su tierra.
Y su inteligencia
triunfó sobre la fuerza
desde el patio de honor
de las academias.
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| Bandera de Venezuela en 1811. Autor Durero. Vía Wikimedia Commons> |
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